Las relaciones de familia suelen ser una gran fuente de apoyo, pero en muchas ocasiones se complican y provocan situaciones difíciles que enturbian nuestras vidas.

Cuando ya no se logra establecer los vínculos afectivos que uno desea, las relaciones entre los distintos miembros de una familia pueden convertirse en un problema bastante serio y preocupante.

Para muchos padres, las malas relaciones que tienen con sus hijos, las peleas constantes entre hermanos, el deseo de algunos miembros de ausentarse del hogar y las constantes peleas entre parejas, son un motivo de consulta psicológica.

Es importante recalcar que las relaciones sanas con otras personas nos aportan salud, bienestar, calidad de vida, tranquilidad, al tiempo que fortalecen nuestra autoestima. De la misma forma, tener buenas relaciones con la familia nos fortalece, nos hace sentir más seguros y nos da la tranquilidad de estar haciendo bien las cosas. Cuando sentimos que estamos dejando de hacer algo por un ser querido, empezamos a sentirnos confundidos y confrontados.

Por lo tanto, ¿Qué necesitamos para construir una relación emocionalmente sana con la familia?

1. Expectativas realistas: Aceptar a la otra persona tal y como es, sin pretender que se comporte del modo que nosotros queremos. Cada uno de nosotros es diferente, así como la popular frase dice: cada cabeza es un mundo. Cuando basamos nuestras relaciones intentando que el otro sea como yo considero que debe ser, estamos anulando la identidad de esa otra persona. La aceptación, es el primer principio para construir relaciones sanas, fundamentadas en el respeto.

2. Buena comunicación: Estar cuando hay que estar, mostrar interés, saber escuchar y ser generoso compartiendo nuestras experiencias y opiniones personales. Las buenas relaciones familiares se desarrollan y se fortalecen mediante una comunicación asertiva. Es decir positiva, clara, directa, continua, enriquecedora.  Una comunicación que no pretenda imponerse o convencer, que dé a conocer no solo ideas sino también emociones y estados de ánimo.

3. Calidad de tiempo: Tomarse el tiempo necesario. Las relaciones “crecen”. Con el tiempo las personas se conocen mejor y aumenta la confianza entre ellas, pero cada uno va a su ritmo. El hecho de pertenecer a una familia por un largo tiempo, además del grado de intimidad diaria de la que disfrutamos con ella, parece ser garantía de relaciones armoniosas y estables entre todos sus miembros, pero la realidad es otra.

4. Flexibilidad. Las relaciones evolucionan conforme lo hacen las personas que las integran. No tiene sentido el “Ya no es como antes…” Las personas cambian y no podemos pretender que alguien se comporte o reaccione siempre del modo que preferimos. Y las relaciones también cambian, no pretendamos que sean como eran al principio, ahora podemos construir mejores relaciones.

Debemos tener claro que queremos mejorar las relaciones, dedicar el tiempo y el amor que se necesita. No es algo que ocurre de la noche a la mañana, pero sí se pueden mejorar. Todas las relaciones las podemos mejorar y podemos empezar cambiando nosotros.

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