«El liderazgo sale de personas de bien, aquellas que conocen a quienes les sirven y ayudan; Recuerden que detrás del éxito hay alguien que piensa en las personas», expresó a estudiantes del INCAE Enrique Beltranena, CEO y fundador de Volaris. Ciertamente, en toda empresa encontramos personas buenas, con un propósito trascendente, que logran inspirar a sus equipos a alinearse con sus intenciones. ¿Es usted o su jefe una de ellas?

Las personas buenas, que dirigen organizaciones, suelen enfocarse en la conversación de doble vía, en conocer y en entender. Indagan apreciativamente las cualidades, valores y aspiraciones de quienes los rodean. Toman decisiones justas, no motivadas por sus prejuicios, comentarios infundados de terceros, ni por agendas ocultas. «Cuanto mejor es una persona, más difícilmente sospecha de la maldad de los demás», advertía Cicerón.

El empresario, Beltranena, insistió en el respeto como pilar de la persona de bien. Cada vez que conocemos una empresa en la que sus líderes tratan a todos sus miembros con dignidad y honestidad, estos últimos comparten con entusiasmo la misión y el trabajo exigente. Incluso, intentan imitar a sus jefes, lo cual es el gran homenaje a quien es un verdadero líder.

Roberto Artavia, presidente de INCAE, al dirigirse a la misma audiencia, señaló: «¡Que sus decisiones sean siempre guiadas por su propósito superior y por sus valores!, así serán confiables y predecibles. Igualmente, las empresas han de procurar la productividad, el desarrollo social y la sostenibilidad». Insistió en la solidaridad, en trabajar a través de la gente sin necesitar «salir en la foto», y en nunca perder la dimensión más humana porque nada material tiene importancia en el momento final. «Nadie levanta solo una gran caja, por liviana que sea, pues sus brazos no alcanzan, hay que apalancarse con otros», agregó.

El equilibrio entre las buenas intenciones y un elevado propósito incide en que los problemas cotidianos se vean pequeños y superables. Las personas de bien son bondadosas, crean puentes entre voluntades diversas. Eso sí, suelen recibir el rechazo de las que se guían por sus mezquinas finalidades. Para J.W. Goethe «Quien hace el bien desinteresadamente siempre es pagado con usura», otros pensamos que no siempre, pero la advertencia pone a prueba a los que son leales a sus principios.

Por su parte, Jorge Oller, un líder en innovación, recalcó a los estudiantes la relevancia de darle significado a la dirección de sus vidas, pues «dirección determina destino». Si ese significado de alto valor se transforma en decisiones y acciones consistentes, surge una persona de bien, capaz de imprimirle rumbo a su equipo. Admiramos a la Madre Teresa, a Gandhi y a Mandela, entre otros, precisamente porque tuvieron una elevada misión personal y su dirección los condujo a dejarle un legado a la humanidad.

Así, poseer un propósito, ser una persona de bien y servir a los demás conforman una trilogía de virtudes que inspiran confianza, cercanía, compromiso, constancia en la adversidad… Las empresas son una proyección de quienes las dirigen. Las personas buenas conectan su quehacer con el progreso social, tal como señala Artavia; con un significado superior, según indica Oller; y con un liderazgo trascendente, como propone Beltranena. ¿Lo caracteriza a usted esta trilogía?

 

Columna Semanal Germán Retana
Consultor desarrollo gerencial, profesor Emérito INCAE Business School.
gr@germanretana.com

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