Hay muchos factores que pueden afectar el desarrollo emocional de los hijos y una de ellas es la situación emocional de los padres.

Uno de los trastornos emocionales más frecuentes es la depresión, que puede producirse tras el parto en el caso de la madre (lo que conocemos como depresión posparto), o bien puede ser un trastorno que ya estuviera presente o que aparezca en algún momento en cualquiera de los dos progenitores.

Según varios estudios, la depresión de los padres puede afectar al rendimiento escolar de los hijos, así como a las áreas emocionales y conductuales de estos. Si tenemos en cuenta además el factor hereditario, hijos de padres depresivos tienen más posibilidades de desarrollar depresión durante su vida.

La relación de la depresión de la madre y sus efectos en los hijos, es muy estudiada y conocida, pero no podemos dejar de lado los efectos de la depresión de los padres en los hijos. Los síntomas depresivos pueden hacer que las madres y los padres sean más propensos a la fatiga, estén más irritables y sean más propensos a discutir con sus hijos. Esto puede dar lugar a unas pautas de crianza inadecuadas, en ocasiones demasiado hostiles o bien con carencias afectivo emocionales.

Como ya sabemos, los niños aprenden fundamentalmente por imitación, por lo que es muy probable que los niños reaccionen ante el mundo al igual que lo hacen sus padres, con una visión negativa del mundo y de la realidad que les rodea, reproduciendo así los patrones depresivos de los padres.

La estabilidad emocional de los padres contribuye en gran medida a la sensación de seguridad y confort de los niños. La depresión afecta a la habilidad de los padres para guiar, apoyar y proteger a sus hijos mientras se desarrollan.

Los padres con depresión tienden a atender la demandas de los hijos en menor medida que padres que no la padecen, por lo que el establecimiento del vínculo y el desarrollo del apego seguro pueden verse afectados, dando lugar a estilos de apego inseguros o ambivalentes. Además, suelen hacer poco contacto visual con sus hijos, no sonríen tanto (en comparación con los padres que no viven con depresión), demuestran menos su afecto, o demuestran un afecto más negativo, y esto afecta al desarrollo emocional de los hijos.

Estos patrones de relación padres/ hijos pueden dar lugar a conductas más irritables, más probabilidad de reproducir patrones de conducta depresivos en los hijos, (aunque no todos los hijos de padres con depresión  van a presentar también este trastorno).

El estado emocional de los progenitores afecta también al núcleo familiar, no sólo a la relación de los padres y los hijos, sino que influye en la calidad de la relación de la pareja, por lo que, en general, el ambiente en el hogar, tal vez no sea todo lo estable y seguro que sería deseable. Dado que los conflictos matrimoniales impactan negativamente en el entorno familiar, las perturbaciones en el funcionamiento marital asociadas con la depresión de los padres disminuye la habilidad de los padres para proporcionar a los niños el apoyo que necesitan para alcanzar cierta competencia y sobreponerse a la adversidad.

El tratamiento psicológico del padre o madre con depresión es fundamental para un buen funcionamiento personal y familiar, así como para asegurar un optimo desarrollo afectivo emocional en los hijos. De los estados depresivos no se sale solo, por lo que contar con el apoyo de profesionales que nos apoyen guíen y orienten es primordial.

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