Todos los que tenemos hermanos nos ha pasado. Ya seas la mayor, la mediana, el pequeño o el bebé, lo cierto es que los problemas entre hermanos, desde esas pequeñas riñas, hasta las discusiones, grandes peleas, y hasta los golpes, son uno de los problemas que más traen de cabeza a muchos padres. Y es que, muchas de esas inocentes disputas, no se trata solo de “cosas de niños”, sino que, en ellas se esconden emociones no resueltas que, en realidad, no saben y no pueden manejar.

Un tema que los expertos han analizado, hasta descubrir, por ejemplo, en un estudio publicado en la revista especializada Trauma, Abuso y Violencia (TVA) que podemos llegar a pelearnos hasta ocho veces en una hora. Sin duda, un dato muy curioso, ya que se trata de un tema que nos puede ir de las manos. Algo que, quizás, y al final, no sea más que algo en nuestro interior; y de nuestro complejo mundo de la mente y de las emociones. Pues, el hecho de entenderlas y saberlas manejar, ya desde que somos unos niños, no es una tarea sencilla, sino que resulta, por el contrario, bastante compleja: los celos, las envidias, o la competitividad entre hermanos, no es una cuestión para nada trivial, ya que, de no saber controlar ciertas situaciones, se podrían dañar profundamente los vínculos entre hermanos.

Usualmente, y tal y como se explica en el estudio, se aconseja empezar a pasar más tiempo con ellos, con cada uno de los hermanos para atender de manera individual sus necesidades específicas, pero también realizarlas todos juntos. Si bien, este es el primer paso esencial para evitar tanto conflicto, la atención no es suficiente para sanar o disminuir lo que esté pasando.

Para la psicóloga clínica de la Universidad de Columbia, Laura Markham, y autora del blog Aha Parenting, cualquier niño que pega una y otra vez a su hermano o hermana sabe en su interior que su actitud es la de un pequeño monstruo, pero, además, también puede interiorizar el hecho de que sus padres no entiendan esos malvados comportamientos. “El niño puede guardarse esos sentimientos, no sacarlos y llegar a desconectarse de los padres hasta el punto de no llegar a aceptar su amor, así que, es importante construir una red de confianza, comunicación, seguridad y conexión emocional, para luego ayudarle con sus enredados sentimientos”, explica. Así, esta experta recomienda algunos métodos para evitar que ciertas situaciones se controlen de forma adecuada.

1. Conectar de manera reconfortante

Generar confianza y conexión emocional con tu hijo, pasando media hora al día con él, es un buen comienzo. La experta asegura que a él le encantará ser el centro de tu atención y saber que quieres hacerle feliz, pues esto reforzará las bases de sus sentimientos de autovalidación. “Deja que decida él mismo qué hacer con ese tiempo, ignora cualquier distracción y tan solo dale todo el amor que sea posible”, comenta.

2. Generar seguridad y ayudarle a reírse de sus preocupaciones a través de los juegos

Todos los niños necesitan reírse a diario, y un niño que pega constantemente, mucho más. Así que, para esta experta, es esencial que se ría de esas agresiones por extraño que parezca, y de su propio miedo, por lo que recomienda cualquier juego de agresión fingida que lo haga reír, pues esto le ayudará a sanar y fortalecerá su conexión con los padres.

“A la mayoría de los niños se les ocurren los juegos que, en realidad, necesitan, por ejemplo, el hecho de jugar a que es un monstruo y te asusta, así que, si empieza una guerra de almohadas, te quiere asustar y se ríe, sabrás que vas por el buen camino”, continúa.

3. Cuando pegue a su hermano, acércate primero al agredido

Al principio, sentirás una necesidad urgente de enseñarle al niño que ha pegado una lección; pero detente y respira. “En ese momento, te necesita la persona que ha sido agredida, así que habla con aquel de tus hijos que le pegó un poco después, que no se va a ir a ningún lado. Así, consuelas a tu hijo herido, te entran ganas de castigar a su hermano, pero lo que realmente quieres es detener los golpes, así que solo trata de entender qué ha sucedido”, dice Markham.

4. Ayúdale a superar su enfado para que llegue a sus temores y derrame lágrimas

Cuando el niño pega, aunque no veas ninguna señal de emoción específica, podemos estar seguros de que sus sentimientos están impulsando sus acciones. “Después de comprobar de que el niño golpeado está bien, la meta es ayudar a su hermano a que saque sus emociones a la luz, mostrártelas y dejarlas ir, porque una cosa muy buena sobre las emociones humanas es que una vez que las sentimos, desaparecen”, asevera.

5. Ante todo, prevención

Al final, es nuestra responsabilidad mantener a nuestros hijos seguros. “Podríamos pensar que sí es posible dejar a un bebé de nueve meses con un niño de cuatro años, pero ahora sabemos que no es del todo posible”. Existen los matices, y desear que las cosas sean de otra forma, no ayuda.

 

El País

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